martes, 19 de abril de 2016

El inspirador mensaje de un tetrapléjico

Apareció ante todo un público expectante.
Lo empujaba una tercera persona, era evidente que él no podía moverse.
Cuando cesaron los aplausos, comenzó a hablar...
                    

"Hola a todos y gracias por asistir a esta charla. Empezaré aclarando que no estoy tan nervioso como quizás lo estaría cualquiera de ustedes. Al menos, no estoy temblando. Como pueden ver, no puedo sentir nada ni nada vibra en mi cuerpo de cuello para abajo. Todo en mi vida cambió a raíz de un accidente. Y digo cambió. Por fortuna, no acabó.

¿Cómo afrontar algo así en tu vida? Todo se vuelve muy distinto. En primer lugar, dejas de poder abrazar a quienes amas. Dejas de ser quien eras, de poder manifestar tu vitalidad corriendo o saltando. El frío, el calor y el estremecimiento ante algo agradable desaparece de la mayor parte de tu piel. Dejas de poder controlar lo que creías más sencillo, tu propio ser.

Contratiempos así te impiden incluso perseguir ese cuerpo 10 que tantos promueven. Pero no os preocupéis, también cambian las prioridades. Os digo esto porque salen a relucir los detalles que a menudo ignoramos y que merece la pena contemplar. He perdido mucho, mucho se me ha quedado en la calzada una oscura noche de mi vida, pero también he ganado. He ganado todo aquello que tenía y no tenía, lo que a todos nos rodea pero que permanece invisible en nuestro día a día. Todo eso comenzó a hacerse visible para mí. Es por eso que quería compartir esta reflexión con ustedes.

Es cierto que dejé de controlar mi cuerpo, pero no quien era. Eso nunca cambió. De hecho, se potenció. Se potenciaron mis ideales, mis ganas de luchar, de divulgar todo aquello en lo que creía o de fortalecer en otros algunos valores olvidados. Como éste del que hoy hablo...
Mientras tengas alma, mientras puedas pensar y manifestarte al mundo, estás vivo. Y mientras estés vivo, tienes un sentido. Da igual lo difícil que sea, incluso lo que duela. Os puedo asegurar que tiene sentido. Aprovechar cada latido o cada respirar para hacer algo en lo que creas, día a día. Tiene sentido...

Si bien desaparecen muchas sensaciones, no tu forma de comprenderlas, de hallarlas en las miradas de otras personas, en su piel, incluso en su forma de suspirar. La empatía... algo a veces infravalorado y vital para ser entre las personas.
Dejé de estallar en movimientos con la alegría, pero habiendo aún pasión, nada podría frenarme. No necesitaba velocidad. Teniendo impulso podía correr, volar y soñar como lo hace un niño. Tan sólo basta creer y superar todas las barreras, porque ese impulso nace de dentro. Tampoco eso cambió, se potenció. Perseguí con más ahínco mis objetivos, dejé de luchar cada día para vivirlo como un regalo y agradecí cada uno de los "nuevos" detalles que descubría.
Total, ¿quién necesita correr teniendo alas?

Y por último... Claro que duele dejar de poder abrazar a quienes amas, pero incluso de eso aprendí algo. No cambiaba mi forma de amarles ni alejaba de mí a quienes me querían. Ellos seguían ahí y aunque no pudiese dar un abrazo o un beso, sí podía recibirlos. No podía demostrar los gestos, pero podía sentir. El sentimiento, lo que de verdad nos mueve para acercarnos a alguien y demostrarlo, nace dentro.
Resulta increíble cómo cuando te sobran las manos, los brazos y el cuerpo entero, va tu alma con ímpetu y sale por tus ojos en forma de mirada hacia esa persona cuando la tiene en frente, como buscándola.

Y es que como os decía:

Mientras tengáis alma, mientras tengáis pasión, mientras tengáis a quien amar...
Todo tiene sentido.

Muchas gracias"




    © Leo Sarmed. 2016.
Relato dedicado con todo mi cariño, respeto y admiración a todos aquellos a los que la vida les ha puesto a prueba.


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