domingo, 8 de junio de 2014

Una experiencia mágica.

Cuando todo parezca hundirse ante tus pies y el mundo se te venga encima, no te preocupes, aún queda lugar para la magia.
Hola a todos, soy Leo Sarmed y hoy quisiera compartir con vosotros una experiencia bastante especial que pude vivir ayer mismo.
Para poneros en situación, mi tarde fue bastante tediosa. Tenía cosas que estudiar pero mi motivación no hacía acto de presencia. No tenía ganas de hacer nada y ese impulso que me empujase a la autorrealización se encontraba totalmente anulado. Era de esas tardes que ves más oscuras de lo habitual.
En mí se unía la frustración, la decepción y la pena. No sé si por cuestiones hormonales, psicológicas o algunas otras, mi decaimiento alcanzaba cotas considerables.
Una pizza, unos vistazos a mis blogs y algunos planteamientos para futuras historias culminaban un día poco o nada productivo. Rendido a mis emociones, apagué el portátil y quedé bajo una fina sábana sumido en la oscuridad de la una de la madrugada.
Mientras esperaba la llegada del sueño, ojeaba el móvil. Inusualmente en mí, eché un vistazo a Twitter por si había alguna novedad. Viendo interacciones, encontré que alguien retwitteó una frase que momentos antes había twitteado para desahogar cuanto me abarcaba. En ese momento pensé que alguien que retwittea algo así es porque siente algo al respecto. Guiado por la curiosidad, visité el perfil en cuestión.
Entre los tweets de aquella chica encontré uno que me llamó la atención: “Joder, quiero hablar con él”. El siguiente tweet continuaba al anterior: “Pero no da señales de vida”.
Sabiendo lo que se siente al tener ese fulgor incontrolable en el interior y no encontrar su alivio, respondí aquella última frase, casi de manera imprevista: “habla conmigo, tal vez tenga esa frase que a veces necesitamos oír”. Y es que cuando estamos mal, todos necesitamos esa frase que nos haga abrir un poco los ojos. Tal vez sea tan inesperada, que sea un desconocido quien nos la diga. Y en este caso, eso sucedió...
Comenzamos a hablar por mensajes y la verdad es que resultó todo bastante mágico. Sabía que ella necesitaba hablar e intuía que no había en aquel momento muchos que la escuchasen. Decidí ser yo ese alguien que la tuviese en cuenta, ese alguien que le dijese las cosas correctas.
Descubrí también que era lectora mía, lo cual me sorprendió de alguna forma. 
Seguramente estés leyendo esto. Si es así, quiero darte un consejo que anoche no te di: no gastes tu voz con quien no te escucha ni tus lágrimas con quien no supo valorar ni tan siquiera la belleza de tus sonrisas. Mírate al espejo y regálate un amplio gesto de alegría, te lo mereces.
Porque no cuesta nada escuchar a los demás y darles apoyo, pero llego más lejos; a menudo tampoco nos escuchamos a nosotros mismos. Caminamos demasiado deprisa y sentimos esa punzada que pretende atraer nuestra atención, más no sabemos qué nos pasa. Detengámonos un rato a escucharnos a nosotros mismos y a aprender a valorarnos, porque somos lo que siempre tuvimos y lo que tendremos siempre que sigamos vivos.
En cuanto a ti, joven soñadora, te queda toda una vida que reír, llorar, correr, gritar y sentir. Vive cada minuto y disfruta hasta las lágrimas, porque en cada pequeño tramo, cada paso de tu camino, se encuentra un pedazo de belleza reservado para ti.

Por mi parte nada más que añadir. Espero que os haya gustado esta experiencia. Si queréis, también podéis aportar vuestras experiencias, opiniones o sugerencias en los comentarios o en mis “espectaculosas” redes sociales: Twitter y Facebook.
Ya que estamos, puedes compartir esta entrada en tus redes si quieres que más gente sea testigo del mensaje.

Un gran abrazo a todos y mil gracias por acompañarme en este camino imprevisible y compartido.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Quiero anunciarte que te he nominado al premio Liebster Award. :)
    http://www.bailandoentrepalabras.blogspot.com/2014/06/premio-liebster-award.html

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